jueves, 9 de mayo de 2013

Erotismo en los videojuegos (1)

Esta no pretende ser la típica entrada de blog en la que se acaba hablando de lo zafio, o que acaba trayendo ejemplos por los pelos, como los cerditos de Butasan porque van en calzoncillos o videojuegos en los que aparecen inodoros, como he podido ver por ahí diversos que acaban perdiendo el norte hasta extremos inimaginables.
Por eso estoy tan seguro de que evocando el origen del erotismo en los videojuegos, el ideario colectivo recurre inmediatamente al tópico de cierta linea de juegos de Atari2600, que precisamente se encuadran dentro de esa marea de juegos de paupérrima calidad, que obligó a Nintendo a establecer en la siguiente generación un sello de control de calidad mínima.


Tras la mojigatería implantada hoy por Nintendo, cuyos adeptos utilizan como arma arrojadiza el hecho de que en la competencia existen ejemplos como Dead or Alive, mientras la parte que ellos defienden no exhibe ya a Samus en bikini, desde que en una determinada generación decidió entregarse en pleno al infantislismo... porque en su idiocia, esos mismos ignoran que existió otra Nintendo, mucho más fresca y con muchas menos dosis de hipocresía y de autojustificación.
Y no solo eso, sino que fuera incluso del ámbito del videojuego, el políticamente correcto impuesto en la actualidad, casi demoniza el erotismo como si estuviesemos en plena época de la inquisición española, de la censura franquista, o de todo eso junto y a la vez, pero no desde el punto de vista de la restricción, sino del resultado que, en este caso por autoimposición, acaba generando en las personas.
Si pensamos en lo que supuso en la ruptura de tapujos las décadas de los 60, 70 y 80, en su progresión cabría pensar que la sociedad del sXXI debería haberse librado por completo de ellos. Sin embargo no es así y en un sentido contrario, el mundo se ha vuelto a sumir en un absurdo oscurantismo, que en condiciones normales llevaría a muchos meapilas a rasgarse las vestiduras ante lo que van a ver a continuación.
Y no es broma ni exageración.


Si nos ponemos a hacer memoria de verdad, las primeras muestras de erotismo que se suelen recordar en el videojuego, no están en la parte jugable sino en las portadas, a veces trasladadas a las pantallas de carga, que algunos modificaban y hasta eran publicadas como complemento en la prensa especializada de la época.
Phantis y Turbo Girl
Pronunciadas pestañas y pelo alborotado eran la seña de identidad de la época. Expotada de manera muy especial por Alfonso Azpiri.


 Ese primer recuerdo, en el que fui consciente que aquellos primeros videojuegos de píxel grueso, había una posibilidad de explotar seriamente el erotismo dentro de la parte jugable fue Mikie. Y cuidado, que siempre que le hablas a alguien de un juego llamado Mikie acaban pensando que se trata de un títuloo de Disney, y no tiene nada que ver con eso. Fijaos que se escribe de forma claramente distinta.


Mikie es un videojuego arcade de Konami, realizado en 1984. Se trata de uno de esos  juegos que fueron seriamente occidenatilizados, incluso en sus gráficos, al pasar a este mercado.

Llamado originalmente Shinnyuushain Tooru-kun venía a ser una suerte de Pacman moderno, que aunque en entornos más concretos, en definitiva un colegio, el objetivo del jugador era recolectar unos corazones esparcidos por cada pantalla, mientras eras perseguido por personal autoritario del centro docente.

A pesar de ser un arcade, este juego permitía cierto nivel de exploración entre estancias, podías salir a los pasillos volver a clase varias veces, aunque sin abusar, llegaba a dar esa senciación de libertad más propia de Skool Daze.
Pues el asunto que nos trae a los pasillos de la escuela de Mikie, es que una de esas puertas daba a un vestuario, donde eventualmente podías abrir y aparecía una rubia cambiándose de ropa, eso daba un bonus.

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